Me gusta observar desde lo alto del acantilado,
mis garras puntiagudas aferradas a una rama.
En el horizonte el mar es un espejo,
un bote persigue peces y es perseguido por aves.
Ni quiero ser bote ni quiero perseguirlo.
Debo penetrar en el mar de mi reflejo
en caída libre o morir en el intento.
Dejaré atrás la hermosa rama en la que me poso,
daré más que pequeños saltos, ya no comeré insectos.
Cazaré a la presa.
No hay resurrección sin muerte.
©Auria Paz Aguilar
2014