“El arte de la penetración mutua es impredecible”
Carmen Ollé
Nuestras miradas se encuentran y la energía del latir del corazón se mueve hacía el estómago, siento el vértigo de entrar en celo. La ebullición en la sangre hace que olvide cómo se respira, siento que ardo y destilo miel de mandarina.
Se acerca tu reino al mío, el choque frontal es inminente. La recompensa de este vaivén es el empuje de toda la fuerza de tu mirada contra el mar de mi sensualidad. Cautelosa como gata me aproximo lo suficiente como para dar el zarpazo. Lo das tú: fin de la hipocresía encantadora. En mi defensa ante tus labios, ubico los míos, cierro los ojos y caigo en una suave y lenta eternidad. Abismo. Abro más la boca, aprovechas usando tu arma de placer más versátil y semántica. Nuestras lenguas conversan. Me envuelven sonidos interiores de pieles que se rozan. Te s-a-b-o-r-e-o. Quiero todo el jugo de tu boca-mango. Muerdo. Muerdes. Sabrosa. Siento la energía de un incendio, eufemismo de algo más poderoso. Las manos llevan rato en la danza; una acaricia tu carita, lozana máscara; la otra, se pasea por donde, yo sé, más me esperas. Tu humedad me atrae como la bruma.
El deseo es instinto, ni bien nacer sabemos mamar. Como pichón hambriento abro la boca, tú acudes a mí con el frenesí de senos sin leche coronados, en su punto. Paso y repaso mi lengua por tus carozos, muerdo tu piel de durazno. Estoy embarcada contigo en la historia de todo el mundo, en el ojo del caos, túnel del tiempo. Soy el dado que cae en ángulo y gira sin terminar de caer, soy la que apuesta todo por placer.
Mi mano artesana se desliza hacía el paraíso de tu entrepierna, hallo el capuchón que envuelve tu fiesta. Vibras. Suspiras. Ardes. Te acaricio como me acaricio. Espejo y némesis, reacción a tu placer con el mío, multiplicado. De movimientos de copo de nieve vamos llegando a la avalancha. Me empujas y me atraes, rehúyes y luchas. La cadencia usa nuestra fuerza a favor del instante. Se tapan mis oídos y solo oigo hacia adentro. Apenas puedo respirar. Nos miramos mientras nos amamos. Grito y el sonido choca con tu aliento como un eco. No hay auxilio, pero quiero alargar esta condena. Sagrada y terrible, alcanzamos la muerte con gloria, el placer que rodea toda vida.
Publicado en http://empoderalgtbi.pe/noticias/cultura/instinto