El personaje se da cuenta de que no es un sueño: ha llegado su momento y el tiempo es el protagonista fugaz. Los recuerdos le indican que ninguna historia vivida ha terminado: mucho no era para tanto y otro tanto era para más ¿cómo iba a saberlo en su momento? “¡AY!” piensa, y hace el ademán de golpearse la frente con la mano en señal de autorreprimenda; pero, ya no hay mano, ni frente, ni cuerpo.
Entonces el personaje tiene la eternidad de un microsegundo en el universo. Medita, nota lo que le falta vivir ¡Bing bang! X e Y, o de X y X o de Y e Y. En el caos de casualidades surge un nuevo escenario, se monta la misma obra con otros personajes. El personaje viaja entre tibias cavidades y lleva consigo la memoria de ese viaje, si se viera la película que carga tal vez se vería a las gentes bailar.
El personaje late, se mueve, patea. A la mitad del nuevo camino una fuerza lo empuja hacía la luz.
El personaje, de alegría, llora.
©Auria Paz Aguilar