Perú en el bicentenario – y yo en el Extranjero


Nací en Perú y hasta los 25 años viví ahí. Hoy vivo cuatro años en Dinamarca. Y ayer extrañé tanto al Perú: fue 28 de Julio y aquello es una fiesta. Sobre todo esta vez, pues se celebró los 200 años de la independencia democrática (y se habló de historia mucho más que lo normal). Además, se nombró un nuevo presidente: Pedro Castillo Terrones. Un señor que hace seis meses nadie conocía en las ciudades principales y que ganó, en buena medida, porque el sector que más le apoyó en la primera vuelta fue el que menos se conoce en Perú: las provincias. Anotación: yo soy de provincias.

Bandera del Perù

Yo amo la región geográfica del Perú, con pasión. Amo a la gente ahí, amo las montañas y los seres fantásticos que sé que ahí existen. Amo la selva … la costa, el mar, el desierto… El magnetismo que Perú ejerce sobre mí, no lo puedo describir; pero lo canto, lo vivo. Y sin embargo, no vivo ahí (y está bien). Se siente que hubo sabiduría suficiente para construir con piedras en perfección, sin destruir montañas. Para entender la sabiduría de las plantas, del sonido. El Perú debe tener unos 5000 años de historia. Ese magnetismo, imagino; me llevó a nacer ahí. 

Machu Picchu

Ahora ese amor hacía el Perú, no puede ser solo hacía lo que conocía de él, de ese país que habla cuarenta y ocho (48) lenguas. La llegada de los españoles fue una leyenda que se volvió realidad. Las y los sabios del antiguo Perú sabían que una gran transformación sucedería. Que la única “solución” sería: morir y nacer en ellas y ellos. Transmitir la forma de ver el mundo. Ser el otro en el otro, y que a la vez ellos sean en nosotros. Una fusión. Una mezcla.

Que hermosa metáfora. Aceptar ser absolutamente transformado por la llegada de un gran cambio: La muerte. La muerte de mucha gente, la muerte de costumbres, la muerte de lenguas, la muerte de una región en cómo fue, para nacer a cómo será. Así cómo está el mundo en este momento con esta pandemia. 

Claro han habido y hay consecuencias, siento como si mi querido Perú viviera en estrés post traumático. Lo que vivieron nuestras abuelas y abuelos, lo que vieron; lo que vivieron nuestros padres y lo que ahora mismo están viviendo personas con el estado de la disponibilidad de trabajo, con la falta de asistencia médica, la falta de acceso a la educación, los efectos de la discriminación (porque uno de los grandes vacíos que ha dejado la colonización, es la idea de que hay superiores e inferiores, y no solo seres humanos con el mismo valor). 

Bien sé que las pasiones no siempre dan paz. Aunque me encanta ser de las montañas, aunque siento la magia de la selva sin estar ahí. Aunque me siento a salvo. Aunque sigo sanando mi árbol genealógico. Aunque me permito amaneceres y aventuras, aunque estoy dispuesta a morir ahora. Aunque tengo paz con mi destino. Quizás no he hecho las paces con el potencial que siento que el país donde nací tiene, y que por varias razones, no llega a explotar. 

Lo que experimenta el Perú es división. La polarización y la desconfianza, azuzada por discursos políticos en medios de comunicación. No diré  que lo que ahora experimenta el Perú, es único, no. Diré que tiene una forma peruana de ser. Como este país reacciona como nación ante la pandemia, la política o, por ejemplo, el deporte no es novedoso. Perú es el país donde la mortalidad por Covid es de las más altas del mundo, alrededor del 10% de personas que se contagian, mueren. Todo peruano o peruana, sea del estrato social que sea, tiene una historia dolorosa que contar con respecto al Covid. Esto sucede, por el virus, por supuesto; pero también por la forma cultural de interactuar… y porque el sistema de salud ya estaba colapsado; a diferencia de países con foco en el bienestar, Perú mira a Estados Unidos, por lo que la salud vía clínicas privadas es la opción más accesible en cuestión de tiempo, y ahí el estado no regula los precios del acceso a lo básico – como el oxígeno. Un balón de oxigeno cargado, ha llegado a costar entre 1000 $ y 4000$. Así que mucha gente murió en un estado bastante inicial.

Esto tiene una correlación enorme con la cantidad de huérfanos. 98 mil niños peruanos perdieron a uno de sus cuidadores durante la pandemia (fuente: revista médica The Lancet publicada en julio de 2021). El estado les da una pension de S/. 200.00 (Equivale a 50 $). Qué clase de madres y padres adoptivos podemos ser para tantos niños y niñas sin un cuidador?

Ante las elecciones, donde en los últimos cuatro años han habido cuatro presidentes. Mientras el discurso se movía entre discursos de si derecha o izquierda, muchas personas han muerto sin la respuesta del estado. Han caído personas como flores marchitas. El duelo de sus vidas aún nos acompaña.

En ese dolor, en esa sorpresa, ahora observo: no estamos aislados. Para integrar las emociones que causa el duelo me refugio en lo que aprendí al crecer, justamente en Perú: somos hijos de la tierra. 

Tenemos un tiempo de vida y todos nos vamos a morir, eso más allá del miedo o vació que nos pueda llevar a experimentar, es algo que las culturas antiguas supieron gestionar. Aprendimos que no hay fin. 

La vida es mucho más amplía que las narrativas que hemos inventado como sociedad. Y si hay algo que una cultura ancestral te muestra es a pensar en tus ancestros y en los que no ves, pero que tienen voz. En la sabiduría de sus vidas que, si lo pides, puede llegar a ti. En llámese: sueños, practicas, conocimiento de qué hacer cuando no sabes qué hacer.

Este saber despierta ante el pedido, pero solo con el corazón y el ser, maduro al calibre de la respuesta.

Todo es merecimiento. Nos peleamos hace mucho tiempo; pero no todos. Hay aun mucha gente sabía. Aún aun mucha gente con un alma enorme. Con una consciencia del tiempo y el espacio que no está validada por las escuelas, ni las universidades. Vive en nuestro ser y está ahí para ser descubierto: la sabiduría.

Hay cosas del pasado que es mejor soltar y hay cosas del pasado que es bueno recordar. Es bueno recordar que el Munay, el amor con voluntad, servía para hacer las cosas con ganas, literalmente cualquier cosa que requiriera dedicación, atención, energía, tiempo…. con Voluntad. Con ese saber encendido, cualquier idea o propuesta que no fuese la mejor decisión para la mayoría, se eliminaría. La relación con el pasado es también la relación con lo que nos hizo daño, con lo que nos traumó. Sí, el Perú como país colonizado tiene heridas post traumáticas; pero está en su saber ancestral la solución: el sanarse del trauma. El mirar al futuro-pasado; como la fuente de conexión. 

Todo es merecimiento. Tendremos que trabajar ese balance entre el mundo externo y el mundo interno. Ese discurso entre cómo te trata el medio, entre lo que vivieron mis ancestros, en mi infancia… lo que formó mis creencias. Hasta ver lo que está dentro de mí, la voz que me cuenta a cada paso qué opina de lo que hago. Muriendo a lo que fuimos y naciendo a lo que seremos, tantas veces, tantas veces; que parecerán mil vidas. 

Lago Titicaca

Cuando pienso en la vida, la siento como un viaje de muchas vidas. En esta vida nací en Perú, pero he ido aprendiendo que soy del mundo. Mi país está en mi piel, en mis memorias más cálidas y en mi familia que aún ahí. Esa familia extendida que casi casi viene a ser todos los que ahí están. Mis lazos de sangre son mi raíz, pero ahora también he descubierto que amo cada lugar donde he estado y cada persona que he conocido. Por eso ya no solo soy del Perú, soy del mundo.

No importa si estás en la misma ciudad donde naciste o si te moviste por el mundo. En el día del aniversario de mi país de nacimiento, aquel que me cuidó desde bebé hasta ser ingeniera. Hasta el país que me cría ahora, pasando por el país de la persona que amo, y que sigo aprendiendo a amar. Observo que vivir es un viaje de muchas vidas, muchos maestros y muchos territorios. 

Que ahí donde estés, la protección de tus ancestros te alcance y la luz de tus pasos teja puentes para los que vienen después de ti. 

Feliz día Perú, pedacito del universo al que amo tanto.

Gracias por ser y estar en mí. ❤

Publicado por Auria Paz Aguilar

Storyteller, Musician, and Entrepreneur.

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