Hay tres cosas en la narración oral que debo recordar siempre y que me han resultado elementales:
1. Contar cuentos ayuda a la vida a permanecer en la tierra.
2. Contando un cuento cumplo un acto espiritual muy importante.
3. Si el cuento es sagrado ¡Yo no soy ningún sacerdote!
es tan importante la verdad, la honestidad del narrador, porque a diferencia de un actor tenemos delante siempre y en todo lugar un grupo de niños dispuestos a escuchar el último cuento de la noche para exorcizar a los fantasmas y dormir sin miedos. Y pregunto yo, queridos amigos, ¿quién se atreve a mentirles a un grupo de niños?
Llevar historias hasta la puerta de tu corazón. Eso es.
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