Hace tres años escribí «nada es nuevo bajo el sol«. Hoy noto mi vida revolucionada y solo puedo decir: Gracias por inspirarme a vivir, escribir y a viajar, Isla Verde.
Seguía el sueño de conocer los Manglares. De niña vi un documental y sabía que ahí el agua subía y bajaba con el sol. Que habían plantas que era acuáticas y peces de tierra. Fue el primer viaje en el que me atreví a llevar cargado al charanguito y hasta a cantar, porque no conocía a nadie y me salía otra forma de ser, más desvergonzada. En ese viaje cambié de forma de comer, aprendí del ayuno y de las posibilidades de curarse a uno mismo y me quedé enamorada del mar porque sentí como se llevó el dolor que en ese momento mi corazón tenía.
Hoy quiero agradecer a todo lo que provocó ese movimiento de sanación, a Lucero Kuba que me avisó de la chamba que me llevó hacía allá. A la recomendación que vino de la gran amiga de luchas, Malú Machuca Rose, pues ella había estado por la zona primero.
En ese viajé me encontré con Luciana Joyuen, quien había sido lectora de un blog anónimo que yo escribía, dónde contaba lo que era para mí vivir el proceso de ser no-heterosexual en Lima, Perú… donde me permitía ser libre. Conversamos acerca de la vida y las decisiones que quisiéramos tomar, para transformarnos. Soltando el miedo de ser quien somos. Varias decisiones que hablamos ese día hoy ya las hemos tomado. Y si todavía falta, dime (y me digo) otra vez que lo hagas.
«Ecolodge» se ponía por delante el lugar, era mi tema de tesis y sabía que el nombre se lo estaban poniendo indiscriminadamente a muchos lados; pero que la filosofía iba más allá: a la permacultura, el rehuso, la coherencia entre la comida, la piel y la casa. Por más tesis que había leído, por más visitas que había hecho y por más propagandas, no había conocido un lugar así. ¿Hay gente que está yendo en el camino opuesto? Sí hay, y sostener un proyecto así, con coherencia y por años, es algo que toma esfuerzo. Si no lo sabrán los amigos de Tierra Langla Lunahuana. Y los frutos sin fertilizantes, que sabrosos son.
Quiero agradecer al dueño del Casa grillo- tres puntas, León. Que se sentó junto a mi a desayunar, mientras yo comía jamón y pan con huevos; él me enseñó que se podía cambiar mucho de forma de pensar, cambiando la forma de comer. Él se curó de un cáncer terminal al páncreas tras cuatro años de trofología (comida cruda en porciones medicinales). «Solo se sana el que se quiere sanar», me decía. En ese rinconcito se podía jugar desnudo sin que eso fuese una ofensa, ese hombre cada mañana salía (y estoy segura de que sigue saliendo) a bañarse desnudo en el mar de lo feliz que está de seguir vivo. Cabe mencionar el lugar, e igual hacer resaltar al mar, que este año me enteraría, gracias a Maritza Villavicencio que para los antiguos peruanos era hembra, la diosa luna-mar, abundante y misteriosa. Un año después de que yo viajara ahí, mi familia también viajó y ese fue el lugar que más grabado quedó en la memoria de mi madre.
Un día cuando estaba enfermita, desde su cama ella me dijo: «Que bonito era ese lugar que nos recomendaste. Ya sé porque viajas, hija. Eres inteligente y valiente por explorar. Disculpa si no te entendí antes. Soy tu madre, construí esta casa pensando en ti y tus hermanos, pensando que te quedarías aquí. Te extrañaba mucho y me preguntaba por qué te ibas, dejando todo, hasta que Rubi me dijo: «a la tía Auria le encanta viajar, ¿no? Mamá Shoquito, vas a ver que va a venir y se va a ir de nuevo porque es una viajera».
Ahí entendí. El charanguito es tu compañero de viaje, ¿no? hija. A ver toca…
¿Sabes lo que significa «Auria»? Tú nombre significa: la que donde está, florece.»
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He escrito esto mientras he mandado mi CV otra vez más, muchas veces más. Busco trabajo o dejo que él me encuentre. Como cuando Mangueamos con Marina Mahmood o cuando hice Taxi Uber en Lima, entre que era ingeniera aquí y allá. Considero ser BabySitter, housekepeer, lo que permita una circulación económica, mientras crezco como escritora y me paguen por escribir. Y les pido a todo el que lea esto que con buen corazón me mande vibras para tener la claridad de saber jugar este juego, porque al mismo que desafiante es hermoso. Mientras gestiono los proyectos y hago música con mi amigo Guillermo Neuenschwander, mientras diseño ese blog donde escribiré más, de esa novela que debe ser en inglés y español, mientras compongo esa canción que me ha pedido mi amada hermana Icela Paz Aguilar, mientras cuido a mi pareja (incluso de mi) y me abro camino en estas tierras donde anochece a las 3 y media de la tarde.
Entre fríos del norte, calores de hogar y amistad. Pensando en que en mi tierra natal debe estar lloviendo, mientras en Lima inicia el verano. Con todo un nuevo idioma por aprender por delante, con familia que no conozco y familiares que desconozco, con números de más y de menos, historias alegres y dolorosas, con música y silencios incómodos, con canciones que ponen belleza sobre la realidad. Solo quiero agradecer. Agradezco y se me vienen a la mente tantos seres amados con los que he soñado Claudia Chalan Ayala, Eder Avila, Carla Solis, Andrea García Salinas, Italo Tapia Huertas, Edu Hunter, Bleu Lotus, Natividad Ramos, Sofia Fernandez Alcaraz, Daniela M. Santibáñez, Tomás Osores, Mariela La Rosa, Vidal Paz.
Les agradezco a todas y todos, por lo que me enseñan y ojalá yo pueda enseñarles. Deseo a todos sigan celebrando día a día, el sí a la vida y a la inocente curiosidad. Y como jugamos con mi mariposa (a veces marido, a veces esposa): ¡Que todos los días sean navidad!
¡Feliz Navidad!
