Los barcos demoran tres días y tres noches desde Iquitos hasta la ciudad frontera llamada “Santa Rosa”. Al preguntar por el costo del pasaje, algunos dicen que cuesta S/. 120 (USD$ 40), otros S/. 90 (USD$ 30) y al que más le creo es a un señor, cargador de bultos, que dejó el precio en S/. 70 (USD$ 25).
Los botes suelen salir a partir de las 5:30 am hasta las 7:30, es bueno llegar antes y preguntar qué bote saldrá y si llega hasta Santa Rosa pues muchas veces ya que los barcos van parando en cada pueblo, para subir y bajar pasajeros y mercadería, llegan hasta ciudades aledañas, se quedan vacíos (por ejemplo en el pueblo de “Caballococha”) y no van más allá. Pudiendo ser absolutamente capaces de dejar a algunos viajeros en ciudades que son su destino, solo porque el bote ya no quiere ir más allá.
Estaba medio perdida con la cuestión de los botes porque aunque suene un poco irónico la ruta hacía la frontera no es tan conocida por los lugareños: ellos saben que existe pero no es una ruta que cubran con regularidad (quizás lo hagan más los comerciantes y, por supuesto, algunos mochileros que solo están de paso). Quedarme un día más en la ciudad no me atraía. Así estaba cuando gracias a mi amigo Clauco, amigo y anfitrión en Iquitos, descubrí otra forma de viajar: en un “rápido”.
El rápido es un tipo de barco que se fija principalmente en el transporte de pasajeros, ofrece alimentación (desayuno y almuerzo) y se detiene unas tres veces en puntos intermedios cubriendo la ruta que los otros botes hacen en 3 días con sus noches (72 horas), en tan solo 12 horas. El costo, por supuesto, es mayor y asciende a S/. 200.00 (US$ 70); pero también lo es la exactitud y la seguridad. Para empezar el viaje, que incluía llegar a un pueblo de frontera totalmente desconocido, me pareció bien saber la hora de mi arribo: este barco sale a las 6 a.m. de Iquitos y llega a Santa Rosa a las 3:30 p.m. del mismo día. Luego me enteraría que fue la mejor opción pues los barcos de Perú por cuestiones del invierno demoraron cuatro días en hacer la misma ruta.
Agosto del 2015. Originalmente publicado en: La vida así es